Este informe recopila advertencias y recomendaciones de la OMS sobre alimentos ultraprocesados.
Los productos ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos o sintetizadas de otras fuentes orgánicas. En sus formas actuales, son inventos de la ciencia y la tecnología de los alimentos industriales modernas. La mayoría de estos productos contienen pocos alimentos enteros o ninguno. Los alimentos ultraprocesados pueden estar hechos también para saciar antojos; a menudo son exageradamente sabrosos, generadores de hábito y, a veces, llegan a ser casi adictivos.
Ciertas características (sabores, propiedades, etc.) incorporadas a este tipo de productos mediante la ciencia de los alimentos y otras tecnologías pueden distorsionar los mecanismos del aparato digestivo y del cerebro que envían la señal de saciedad y controlan el apetito, lo que lleva a un consumo excesivo. Como resultado, el consumo de tales productos puede interferir con la capacidad de controlar los hábitos alimentarios. Los aditivos pueden simular también las características organolépticas de los productos naturales, induciendo engañosamente a su consumo.
Calidad nutricional muy mala y son adictivos
Estos alimentos son problemáticos para la salud humana por distintas razones: tienen una calidad nutricional muy mala y, por lo común, son extremadamente sabrosos, a veces hasta casi adictivos; imitan los alimentos y se los ve erróneamente como saludables; fomentan el consumo de snacks; se anuncian y comercializan de manera agresiva; y son cultural, social, económica y ambientalmente destructivos.
Los productos ultraprocesados tienen un alto contenido calórico y bajo valor nutricional. Son característicamente grasosos, salados o azucarados, y bajos en fibra alimentaria, proteínas, diversos micronutrientes y otros compuestos bioactivos. A menudo tienen un alto contenido de grasas saturadas o grasas trans, y una carga glucémica alta. Su verdadera naturaleza suele disimularse mediante un sofisticado uso de aditivos. Si bien algunos de estos aditivos son inocuos, la seguridad de otros, solos o combinados con diversas sustancias alimentarias, se desconoce o está en entredicho.
Algunos ejemplos de productos ultraprocesados son, entre otros, las papas fritas en paquete y muchos otros tipos de productos grasos, snacks salados y dulces; helados, chocolates y caramelos; galletitas, pasteles y tortas empaquetados; cereales endulzados para el desayuno; barras “energizantes”; mermeladas y jaleas; margarinas; bebidas gaseosas y bebidas “energizantes”; bebidas azucaradas a base de leche, incluido el yogur para beber “de fruta”; bebidas y néctares “de fruta”; bebidas de chocolate; leche “maternizada” para lactantes, preparaciones lácteas complementarias, productos lácteos para bebés; salchichas y otras preparaciones en base a carne; productos “saludables” o “para adelgazar”, como sustitutos en polvo o “fortificados”, y «comidas listas para usar».
Por estar relacionados con ENT se recomienda limitar su uso
Algunas publicaciones relevantes sobre este tema, en particular de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el World Cancer Research Fund, concuerdan en que los factores más importantes que promueven el aumento de peso y la obesidad, así como las enfermedades no transmisibles (ENT) conexas, son:
a) el consumo elevado de productos de bajo valor nutricional y contenido alto de azúcar, grasa y sal, como los “snacks” y la comida rápida salados o azucarados;
b) la ingesta habitual de bebidas azucaradas, y
c) la actividad física insuficiente.
Estos tipos de productos, a saber, snacks, comida rápida y bebidas, casi invariablemente son ultraprocesados y deben identificarse como tales. Dado que no son nutricionalmente equilibrados, y tienen alto contenido calórico y atributos no nutricionales peculiares que promueven su consumo excesivo, los productos ultraprocesados muy probablemente sean la principal causa alimentaria del aumento de peso y de las enfermedades crónicas. Los investigadores en las áreas de nutrición y salud pública lo reconocen cada vez más, y los tecnólogos en alimentos y los ejecutivos de la industria lo comprenden bien (aunque no lo admitan públicamente).
Los estudios que examinan el efecto de los productos ultraprocesados sobre la obesidad y las ENT crónicas arrojan resultados similares. El mayor consumo de productos ultraprocesados se asocia con dislipidemia y, por lo tanto, con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, de síndrome metabólico en los adolescentes y de obesidad en los adultos.
El aumento de ventas de ultraprocesados y el aumento de masa corporal muestra una relación positiva, significativa y estrecha en las poblaciones donde se lo ha estudiado. Los ultraprocesados promueven el aumento de peso y la obesidad. El aumento de su uso se correlaciona con el riesgo de padecer obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles conexas.
Mercadotecnia
Los principales fabricantes transnacionales de productos alimentarios son empresas colosales, con ventas comparables al producto nacional bruto de algunos países medianos.
El mercado de varios de los principales productos ultraprocesados es oligopolístico y a menudo está dominado por grandes empresas multinacionales.
Las corporaciones transnacionales gastan sumas enormes y cada vez mayores en publicidad y mercadotecnia para sus productos. Sus estrategias de ventas se basan en técnicas que incorporan los conocimientos de vanguardia sobre motivación del comportamiento según el psicoanálisis, el estudio de imágenes cerebrales y las ciencias del consumidor. Así pues, sus campañas de publicidad y mercadotecnia pueden explotar las creencias irracionales, los deseos y las ilusiones que socavan las decisiones racionales y el autocontrol.
El Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia (2014-2019), de la Organización Panamericana de la Salud, advierte que para apoyar y fomentar patrones de alimentación saludable es necesario frenar el rápido aumento de las ventas de productos ultraprocesados en todo el continente, mediante regulaciones legales y el desarrollo de oportunidades en el mercado a fin de proteger y fortalecer los sistemas locales y nacionales de alimentos saludables y, por ende, los patrones de alimentación saludable.
En América Latina, las ventas productos ultraprocesados en farmacias todavía son bajas en comparación con Estados Unidos y Canadá: esto representa una oportunidad para aplicar regulación pública que impida una mayor penetración de los productos ultraprocesados, al reducir su disponibilidad general.
Recomendaciones
Se necesitan acciones sinérgicas de los gobiernos, la comunidad científica, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación y los actores pertinentes del sector privado para llevar adelante las políticas sanitarias convenientes.
Hay una apremiante necesidad de reducir el riesgo para la salud que plantean los productos ultraprocesados, disminuyendo su consumo total. Esto requiere la implementación de diversas políticas fiscales, así como la regulación legal y de otros tipos sobre el etiquetado, la promoción y la publicidad de los productos ultraprocesados. También se debe restringir su disponibilidad en los establecimientos que no venden comestibles.Debe prohibirse todo tipo de mercadotecnia dirigida a niños y adolescentes, incluso en los paquetes, y reducir la mercadotecnia en todos los espacios públicos, incluidos los lugares donde se venden alimentos.
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Tomado de Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas (OMS, 2015). Recopilación realizada por el Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos – CEPROFAR, julio de 2020.